El ojo en el cine de Juan Carlos Gil
Autor: Juan Esteban Agudelo Restrepo
8 de Junio de 2013 http://www.elmundo.com/
En el ámbito documental, Juan Carlos Gil participó en “Uno”, de Carlos Moreno y Gerardo Muyshondt, el cual fue rodado en El Salvador.
Juan Carlos Gil “realizó estudios en fotografía con Fernell Franco y tomó diferentes talleres de realización en argumentales y documentales con el cubano Jorge Fraga. Participó en el primer Workshop Internacional de Dirección de Fotografía en Cine, a cargo del norteamericano Donald Strine, convocado por la Kodak”, reseña su perfil en Proimágenes de Colombia.
“Calicalabozo”, “Perro come perro”, “La sangre y la lluvia” y “La sociedad del semáforo” han sido los trabajos cinematográficos en los que Juan Carlos Gil ha puesto su mirada como director de fotografía. En la actualidad, como él mismo lo dice, está asumiendo el compromiso más grande de su carrera con un proyecto que muchos han querido realizar, y en el que él tiene la fortuna de participar: la adaptación cinematográfica de “¡Que viva la música!”, del fallecido escritor caleño Andrés Caicedo.
Juan Carlos Gil, comunicador social-periodista de la Universidad del Valle, se ha desempeñado en la fotografía de moda y la publicidad. Además, ha sido director de fotografía de comerciales y ha filmado casi doce videoclips, además de cortometrajes.

Aprovechando su participación en “¡Que viva la música!”, este director de fotografía habla sobre asuntos de su vida y su carrera.
-Cuando comenzó su educación profesional, ¿había en Colombia dónde formarse en el campo de la fotografía?
“En Cali realmente no, la opción era estudiar Comunicación Social para ver algunas materias de fotografía. Cuando entré a la Universidad del Valle, en el año 1990, era una de las universidades de América Latina más premiadas en periodismo y audiovisuales; pero, en esa época yo no sabía exactamente en qué me iba a desempeñar, solo tenía inquietudes por la imagen, producto de la influencia de mi hermana Luz Stella que ya iba por la mitad de la carrera de comunicación…
Sin embargo, cuando sales de la Universidad, te das cuenta de que te falta demasiado por recorrer y ahí es cuando empiezas a buscar tu propio camino, sin parar de estudiar y de experimentar…”
-¿Por qué se decantó por la fotografía y, sobre todo, qué lo llevó a la dirección de fotografía?
“En segundo semestre ya era muy claro que lo que me apasionaba era la foto fija, al año siguiente empecé a ver fotografía en video y a mezclar las dos áreas, porque se complementaban de una manera total. Quería buscar y explorar cómo se comportaban las imágenes y las luces en movimiento, y tenía que dar el salto a la dirección de fotografía pero sin dejar atrás las experiencias que ya había ganado.
Tuve muchas influencias a lo largo de mi carrera, mis profesores Luis Hernández, Jorge Mejía y Fernell Franco, y les seguía el paso a los mejores directores de fotografía de esa década, quienes habían gestado sus carreras también en la foto fija.
De esa manera entendí y visualicé técnicas muy complicadas como encuadrar, iluminar o exponer, de tal forma que se te vuelven cotidianas, sin misterio y sin miedos, porque conoces lo mejor de los dos mundos, así lo asimilas y se te convierte en una manera de observar todo lo que te rodea”.
-¿Qué tipo de imágenes le interesan y cómo definiría su estilo?, en ese sentido, ¿cuáles piensa usted que son las características de su forma de componer imágenes?
“En los proyectos en los que he participado como director de fotografía, solo en el campo de largometrajes, puedes ver un amplio panorama, por donde pasan muchos géneros y muchas propuestas, por eso no creo que tenga un estilo supermarcado.
Siempre he creído que uno no puede imponerle un estilo a un guion como si fuera una fórmula o un capricho. Creo que estudio y escojo muy bien los proyectos en los que trabajo, y siempre tengo como ‘premisa’ que sea un reto para mí y que pueda tener la libertad para proponer una manera de trabajar… que es lo que me define.
Esta forma de trabajar se basa en mi manera de componer, de iluminar y de exponer, teniendo como columna vertebral el guion; no hago nada fuera de contexto, porque siento que rompo esa delgada línea donde tu fotografía se vuelve más protagonista que la misma historia y sus personajes. Con el tiempo, cada vez soy más mesurado y crítico de cada encuadre y de cada luz que pongo… pareciera que la experiencia me iba a facilitar el trabajo, pero lo que conlleva una sexta película es que no te quieres repetir y por ello buscas darle un ‘look’ único a cada película, y eso es lo más difícil de lograr”.
-¿En qué tipo de proyectos cinematográficos le interesa participar?
“Me interesan y estaré inclinado por proyectos arriesgados y que representen un reto a todo nivel. En los más audaces y, sobre todo, en los de mis amigos. Son los que sé que les puedo aportar imágenes nuevas y potentes; no me gustan las imágenes tibias, aquellas que puedes ver todos los días en la televisión… si vas al cine es para ver algo diferente, hecho con otros propósitos estéticos y creativos… eso definitivamente me ánima y me inspira”.
-¿Qué tanta libertad en un trabajo cinematográfico puede tener un director de fotografía ante personajes como el director?
“Siempre creo que mi libertad está limitada solo por lo que yo puedo proponer o lo que creativamente me permite el guion, y nunca he tenido límites por parte de un director o de un productor.
Por eso es muy importante saber dónde inviertes tu tiempo y tu experiencia, no solo en guiones buenos, también influye el equipo humano con el que vas a trabajar por tantos meses. Si no comparten tu dinámica difícilmente vas a sacarles un buen provecho. Es vital armar equipos de trabajo serios y donde evolucionen los procesos a la par con tus experiencias. En el cine no puedes trabajar solo, si sientes esa necesidad busca la foto fija… que también funciona”.
-Actualmente se encuentra en el rodaje de “¡Que viva la música!”, desde su trabajo allí, ¿cómo caracterizaría la película?
“Aparte de ser el compromiso más grande de mi carrera, es la oportunidad única de cumplir un sueño: llevar al cine una versión libre de la novela de Andrés Caicedo. Ha sido la intención de muchos en Cali, y es un privilegio estar aquí, rodándola con el mejor grupo humano y con la seriedad y el compromiso que ella amerita.
Sin entrar en detalles, puedo asegurar que no hemos ahorrado esfuerzo alguno, en equipos y en personal, para lograr lo que queremos. Aunque este es un proyecto en desarrollo, visualmente se caracteriza por ser un viaje con una cámara contemplativa que descubre mundos nuevos en los espacios de cada uno de los personajes; lo que se logrará a través de experimentar con las ópticas y con la creación de atmósferas únicas y potentes”.
-Desde la experiencia que ha tenido, ¿cómo ve usted hoy el panorama educativo y profesional en el campo cinematográfico colombiano?, ¿qué fortalezas hay, qué hace falta?
“En relación con sacar profesionales especializados por áreas para el sector cinematográfico colombiano, el panorama educativo ha mejorado; y el hecho de que quienes hacemos cine también podamos dar clases y diplomados en diferentes espacios ha generado el aura de que sí es posible asumir con responsabilidad y dignidad nuestro trabajo.
Todavía falta mucho por hacer, venimos reforzando los cimientos de una industria que va bien, pero que debe encontrar otras plataformas y otras alternativas de promoción en este océano de imágenes e historias por contar”.